Ayer, echando un vistazo a la amalgama de blogs, revistas especializadas y magazines que suelo “escanear” en mis ratos libres, este titular de SModa captó mi atención: “La limpieza facial, la nueva obsesión cosmética”. Enseguida pensé : ¿Nueva obsesión?…¡Si es el básico de belleza por antonomasia! ¿Desde cuando limpiarse el rostro es una novedad, una “tendencia”?. Para mi es un mantra tan interiorizado, que soy incapaz de verle el lado “trendy”. Pero lo cierto es que según Google sí lo es. Resulta que el término más perseguido en su buscador en materia beauty en el último año, es precisamente: “Limpieza facial”. Pensando en alto, tengo que decirlo. Chicas y chicos…¡Ya era hora!.
Llevo defendiendo la limpieza como filosofía profesional más de treinta años, pero mi trabajo me ha costado. El mundo de la belleza se mueve a toda velocidad, lo que significa que palabras como “nuevo” o “trendy” se quedan obsoletas anteayer. En ese clima, defender un tratamiento tan longevo y clásico es complicado, sobretodo de cara a la galería. Afortunadamente mi trabajo constante buscando los mejores resultados, ha terminado por ser mi mejor baza y mi oxigenación artesanal, la mejor carta de presentación de mi filosofía como facialista y experta en pieles conflictivas.
Pero no todo el camino ha sido fácil. Recuerdo que hace unos años, con el boom de los tratamientos farmacológicos para la piel, los peelings químicos o las limpiezas sin vapor y extracción (buen ejemplo son los tratamientos con punta de diamante), la credibilidad y reputación del trabajo artesanal y de calidad en cabina y la “Limpieza de toda la vida”, llegó a ser un protocolo que evitar. Expresiones como “El vapor abre los poros”, “La extracción deja marcas y estropea la piel” o “las leches limpiadoras engrasan, mejor usa agua miscelar” no paraban de circular tanto en internet como en medios especializados de cabecera. Recuerdo también que por aquel entonces, me costaba mucho persuadir a la gente que venía a informarse a mis centros sobre los falsos mitos que circulaban y se sobrealimentaban en la red. Pero me mantuve impasible; a contracorriente y confiando plenamente en mi filosofía de trabajo y mi método. Donde la limpieza facial con extracción minuciosa y activos personalizados era y es (al menos para mí) el básico atemporal más eficaz para tener un rostro sano, bonito y bien nutrido.
Parecía una apuesta arriesgada, pero parece que al final no estaba tan equivocada. Es más, teniendo en cuenta cómo han crecido las afecciones cutáneas en los últimos años y su relación con nuestra exposición a factores exógenos como la polución, los químicos agresivos, el sol abrasivo o los materiales sintéticos, lo lógico era que si entre tanta novedad no había soluciones, mirásemos atrás para recuperar las prácticas que, aunque no sean lo nuevo novísimo, siguen funcionando como un reloj y , desde luego un buen ritual de limpieza en casa y en cabina es una de esas tendencias atemporales que jamás deberíamos desterrar de nuestro neceser y nuestra agenda. Yo siempre lo he tenido claro, pero me alegra comprobar que en, por fin, en 2017 hay muchas y muchos que se han puesto las pilas. Lección aprendida. ¡Gracias Google!